CÓMO SER BUENO SIN MORIR EN EL INTENTO

A veces uno da. Da tiempo, da ayuda, da atención. Escucha, acompaña, apoya. Y lo hacemos porque nos nace, porque es parte de nuestra naturaleza, ser así. Nadie nos obliga a hacerlo, y mientras todo esto pasa, todo parece estar bien, las personas a las que ayudamos parecen estar agradecidas y todo parece ser color de rosa.

Pero en algún punto, cuando cometes un error o decides poner un límite, todo eso que diste parece no valer nada. Te lo hacen sentir. Te miran distinto. Se alejan. Parece ser que todo lo bueno que has hecho por esas personas no tiene ningún valor. Parece que ese límite o error de tu parte es mucho más pesado que cualquier cosa que hayas hecho antes por ellos,
y entonces vienen a tu cabeza muchos pensamientos:

¿Mi único valor como persona para ellos es que los ayude?
Si no doy algo aparte de mi amistad, ¿no les sirvo?
¿De qué sirve ser bueno? ¿Vale la pena? ¿Está mal ser bueno?”

Cuando ser bueno te hace invisible

Hay personas que dan tanto de sí mismas, que terminan vaciándose poco a poco, sin que nadie lo note. La amig@ que siempre está para todos, escuchando, conteniendo, acompañando. Pero que, cuando necesita una mano, descubre que no hay nadie alrededor.
El hijo o la hija que carga con las emociones de toda la familia,
que madura antes de tiempo, que no puede poner límites sin convertirse en “el problema”.
El compañero de trabajo que soluciona todo, que siempre dice “sí”, que sostiene equipos enteros,
pero que rara vez escucha un “gracias”, solo recibe más exigencias.

Estas personas —las que sostienen sin pedir, las que dan sin condiciones— son vistas como fuertes, inagotables, disponibles. Pero no lo son. También se cansan. También se quiebran. También necesitan ser vistas, escuchadas, contenidas.

Y cuando, por fin, después de mucho callar, se atreven a poner un límite, a decir “no puedo más”, a pedir algo a cambio, el mundo se sorprende.
¿Cómo es posible que esta persona tan buena ahora se ponga firme?”
La respuesta es simple: porque ser bueno no significa ser invencible.
Porque dar tanto durante tanto tiempo sin recibir agota el alma.

Entonces, algunos se alejan.
No porque esa persona haya hecho algo malo, sino porque ya no les es tan útil.
Porque dejó de ser funcional, dejó de sacrificarse en silencio.
Y ahí se revela la verdad más dura: que, muchas veces, lo que creíamos amor, aprecio o amistad, era solo comodidad.

Ser bueno no es permitir que te desgasten

Ser fuerte no es aguantar todo sin quejarse.
Ponerse límites no es egoísmo.
Es, a veces, la única forma de salvarse.


¿Cómo saber si estás en esa situación?

Es importante poder reflexionar sobre si te encuentras en la posición de ser el “bueno que se aprovechan” o si, por el contrario, estás adoptando el rol de quien se aprovecha de la bondad de los demás. Aquí te damos algunas señales para identificarlo.

¿Eres el bueno del que se aprovechan?

Si te encuentras constantemente dando sin recibir lo mismo a cambio, aquí tienes algunas señales que podrían indicar que estás en la posición del “bueno” que es aprovechado:

  • Te sientes agotado/a emocionalmente por ayudar, pero nadie te apoya cuando lo necesitas.
    Si te ves constantemente dando tiempo, energía o apoyo a los demás, pero cuando te enfrentas a un problema o necesitas ayuda, te sientes solo/a o invisible, es una clara señal de que no estás recibiendo lo que ofreces.
  • Tienes miedo de poner límites o decir “no”.
    Si sientes que tienes que complacer a todos o decir “sí” a todo, aunque eso te cueste, es importante cuestionar si realmente estás cuidando de ti mismo/a. Los límites son esenciales para mantener tu bienestar.
  • Te critican cuando finalmente te defiendes.
    Cuando por fin te atreves a decir “no” o a poner un límite, y las personas te critican o se alejan, es posible que hayas estado en una dinámica en la que solo eras valioso/a por lo que dabas.
  • Tus relaciones son desbalanceadas.
    Si las personas solo te buscan cuando te necesitan y no te prestan atención cuando tienes tus propios problemas, es importante reflexionar sobre el equilibrio de tus relaciones.

¿Eres el malo que se aprovecha de los demás?

Si, por otro lado, te has dado cuenta de que tal vez te beneficias de la bondad de los demás sin ofrecer nada a cambio, aquí te dejamos algunas señales que te pueden ayudar a identificarlo:

  • Recibes más de lo que das.
    Si constantemente pides favores o ayuda, pero rara vez ofreces lo mismo a cambio, es un claro indicio de que te estás aprovechando de la generosidad de los demás.
  • Te cuesta ser recíproco/a.
    Si te sientes incómodo/a o evasivo/a cuando alguien te pide algo a cambio de lo que tú has recibido, y prefieres no comprometerte, es una señal de que no estás siendo justo/a.
  • No eres consciente del esfuerzo que los demás hacen por ti.
    Si no te tomas el tiempo para reconocer lo que los demás hacen por ti, y solo te concentras en lo que tú puedes obtener, podrías estar actuando de manera egoísta.
  • No eres empático/a con las necesidades de los demás.
    Si solo te enfocas en tus propios intereses sin tener en cuenta cómo se sienten los demás o lo que necesitan, podrías estar perjudicando a las personas que te rodean.
  • Te aprovechas de la bondad de los demás sin sentir remordimientos.
    Si sabes que una persona tiene dificultades para decir “no” o poner límites, y constantemente le pides favores, eso puede ser una señal clara de que estás cruzando una línea.

Aprender a ser bueno con uno mismo también

Hay una gran diferencia entre ser bueno y ser complaciente. Ser bueno implica tener valores, actuar desde el corazón, ayudar cuando puedes. Ser complaciente es vivir con miedo al rechazo, diciendo que sí, incluso cuando todo tu ser grita “no”.

La verdadera bondad incluye también respeto por ti mismo.
Poner límites. Escoger tus batallas.
No estar disponible todo el tiempo.
Porque si tú no te cuidas, ¿quién lo hará?

Recuerda: tu valor no está en lo que haces por los demás, sino en quién eres.

La bondad no es debilidad. Al contrario: se necesita mucha fuerza para seguir siendo bueno en un mundo que a veces te empuja a endurecerte.
Pero ser bueno no debe significar ser ingenuo, ni dejarte pisotear.
Puedes tener un gran corazón y, al mismo tiempo, una gran claridad sobre tu valor.

Ser bueno, sin que abusen de ti, es una forma de amor propio.
Y también, una forma más sana de amar a los demás.

2 Comments

  1. Nada más cierto!
    O como dice el dicho… has 99 favores pero deja de hacer el 100 y todo se fue a la basura.
    Amémonos sanamente 😊

Leave a Reply to Aurora GuerreroCancel Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *